Su sonrisa se desvanecía como un
sueño imposible de alcanzar, como la visión de una meta que cada vez se ve mas
lejos. ¿Pero de que servía mirar atrás? Las fotos de un pasado mas feliz, que
sus manos sujetaban, cayeron sobre la baldosa fría y mojada. Sentía como sus
piernas temblaban, como las fuerzas se escapaban por sus lágrimas y como se
paraba su respiración para romper en un silencioso llanto hecho de
desesperanza.
La razón no era el futuro o el
presente ni el pasado, sino el no poder ver ninguno de estos. Su mente estaba
nublada en shock, no reaccionaba y por mas que su mente le pedía dejar de
derramar lagrimas, sus sentimientos se había apoderado de su cuerpo. De repente
su vida parecía un grano de arena, una estrella en el inmenso cielo. Sentía que
todo lo sacrificado, no había servido para nada, que había sido un gasto
inútil.
A su alrededor la gente observaba
la escena, unos con indiferencia, otros con preocupación e incluso algunos ni
se daban cuenta de su presencia. La gente se agolpaba en la avenida, la cuál
por primera vez en su vida veía gris. Alguien recogió las fotos, que luego
encontró apiladas a sus pies, pero que sin mas remedio estaban mojadas.
Pasaban las horas y ni siquiera
su sombra era capaz de dar un paso firme. La lluvia que había calado sus
ropajes de la alta sociedad decidió parar y la luna brillaba en un baile de luz
con las constelaciones. La noche había entrado y las más insospechadas
personalidades se veían reflejadas en los charcos.
Pero ni el frío o el miedo le
sacaban de su asombro o incluso tristeza. Su mundo estaba partido en mil
pedazos, como un vaso de vidrio que se rompe accidentalmente. De repente vio
como sus pies se movían, levantó la cabeza para buscar la mirada de la fuerza
que la empujaba. Un sentimiento cálido le invadió.
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